AMAR LA VIDA
Amar la vida para encontrarme a mi misma, para transformar mis mañanas holgazanas y enojosas en determinación y audacia. Para guardar la pereza bajo la almohada y salir a deambular sin rumbo fijo. Para poner un pie en la calle y enamorarme de un niño, un perro, un pájaro y hasta del vecino que detesta y disputa con todos.
Sonreír. Amar. Creer.
Quebrar la rutina hasta hacerla trizas y diseñar con... sus fragmentos el plan perfecto de la mujer que quiero en esencia y permanencia. Hacer de ella y con ella. Buscar, explorar, generar y encontrar.
Amar la vida hasta sentir que el mundo se mueve en mi pecho y se manifiesta con misericordia en cada acción divina y en cada pecado cometido.
Amar la vida hasta que su jugo sea la panacea del dolor extinto y la conclusión de las fobias, los odios y los desprecios. Amar hasta que el sentimiento de respeto y benevolencia sean realidad duradera y reaparezca la niña amable y compasiva que vive y se divierte jugando a las escondidas con mis decisiones.
Amar la vida intensamente hasta que la felicidad crepite en mi, hasta que la mirada cante, baile y exprese. Amar hasta que sienta en la profundidad de un suspiro el beso piadoso que Dios destina en mi frente.
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