jueves, septiembre 05, 2013

 
 
CANTO
 
 
 
Manaremos deseosos, vigorosos y favorables, como una canción que hablará del encuentro fortuito, de una entonación melodiosa de viento y cuerdas que interpretaremos solos y espontáneos. Una balada jugosa de frutas y almíbar, un susurro al oído que no delatará eternidades, ni siempres ni nuncas.

Será nuestra música elegida, nuestro latido lejano que hará una pausa y se acercará para explicarnos y unirnos dentro de la realidad y el corazón, fuera de la explicación vana y el cálculo volátil.
No habrá necesidad de aprobaciones ni bendiciones, pues nadie será juez en nuestras decisiones, seremos nosotros y un lápiz nuevo, donde yo me revelaré con palabras, donde tú te arroparás de colores. 

Llegará la noche y nos desprenderemos las cortezas, vestiremos de nada entregaremos todo y buscaremos un lugar donde quedar y pertenecer, donde ser simples y embrollados si es que acaso nos sorprenden los temores, donde ajusticiar las penas y donde quebrar los horrores. Marcharemos como dos desconocidos que crean, que se olvidan y que se acoplan. Compondremos un sonido imperceptible de manos que rozan sus yemas, de piernas que envuelven lo inmediato, de sones que acarician lo esperado.

Dejaré que embellezcas sus acordes con tu dejo y resquemores. Dejarás que persiga su cadencia con mi baile y escozores. Allí viviremos, en el fulgor de la noche que nos calla, en la ansiedad de esta alianza que confunde y en la intensidad de esta obra que libera y que reclama. 

Es tarde, enciende un cigarro y apaga la luz.
Hoy cantaré para ti.
 
 
 
 
 

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