viernes, diciembre 06, 2013

 
 
MI BABEL
 
 
 
Cuando la duda y el silencio se instalan me vuelvo un rejunte embarullado de dibujos, de sones y de textos. Un cuerpo pesado que arrastra cadenas de memorias y esperanzas, un paso tardío y gradual que busca la sombra calmosa de un crepúsculo ventoso y desharrapado.

Cuando siento que no quiero cuestionarme más, me exilio al arrabal de los recuerdos y dejo de buscar posibilidades absurdas, respuestas que no sirvieron, propuestas que no existieron. Cuando entiendo que no quiero desprenderme más, comienzo a escalar los peldaños de un amor desorientado y borroso, un amor que nadie quiere pero allí está, severo y pertinaz.

Y las beso, a cada una de tus buenas intenciones las beso. Por brutales, por certeras, por agudas, por ligeras. Porque no puedo distorsionar la realidad cuando la más clara razón de mis deseos en aquel instante fuiste tú... O fui yo creyendo que era tú.

Sólo queda entender el camino, articular la palabra que no volvió, la insistente presunción de despedirte y la cruda imagen de inventarte con las manos atestadas de pretextos y los besos acerados de desvelos.
Las pisadas se sucederán y serán como un trayecto ininterrumpido de señales que dejaré para ti, como un atajo tierno y entrañable que te encuentre, que te suceda y te perpetúe en esa soberbia y envidiable capacidad de voltearte y echar a andar.

Cuando la extrañeza y el hambre se alojan en mi, suelen acampar y hacer rescoldo en mis escritos. Se turban, se excitan, se acorralan. Y termino siendo esto, un bendito maná de exultaciones, un dichoso favor que sin ser pedido me hunde en la miel de una paz buscada y en la ilegible contorsión de una Babel que me atormenta y me anonada.
 
 
 
 
 
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario